El primer regalo de cumpleaños que me hizo mi hermana, y del que soy consciente, fue un libro titulado “El Gran Rally“. Pertenecía a una colección de “elige tu propia aventura” o algo así. Eran pocas páginas y una historia con distintas alternativas. Según las elecciones tomadas, seguía uno u otro argumento. No recuerdo cuántas velas soplé aquel día, pero calculo que sería más o menos en 1984.
Tras dos o tres párrafos, en los que te aclaraban que acababas de llegar a Kenya para participar en un Rally por África, se planteaba la primera disyuntiva: elegir coche y copiloto. Las alternativas eran: un Lancia Stratos y un tío llamado Jan, o un Saab Turbo y una chica llamada Zokil. No sé porqué, elegí el Saab para empezar aquel libro… no creo en el destino ni cosas así, pero, a día de hoy, puedo asegurar que, haber elegido Saab, ha marcado en gran medida el devenir de mi vida.
Casi 20 años después de haber decidido correr en África con un Saab turbo y una rusa por copilota, me encontraba en un Saab 99 EMS, con un rutómetro, un cronómetro y preguntando a otros participantes de qué coño iba esto de la regularidad para clásicos. Cambiamos África por la Galicia profunda y a la guapa rusa por un tipo calvo, que además era el piloto y yo el navegante… vamos… la versión disléxica de aquel libro infantil.
Aquel Rally finalizaba en Esposende (Portugal) y, en la clasificación, terminamos en la primera mitad de la tabla, pero eso era lo de menos. Lo habíamos pasado estupendamente y, sobre todo, se pusieron los cimientos de no una, si no varias buenas amistades.
Aprendí también la primera lección para sobrevivir en regularidad: “todos están equivocados menos yo”. Si te encuentras con uno de frente (esta expresión me trajo sus problemas en el mismo rally años más tarde… pero eso es agua de pieldetoro) y dudas si es él quien se ha perdido o tú… se acabó. Si alguien te dice que estás saliendo un minuto tarde en cada tramo y te convence, estás perdido.
El Saab 99 EMS fue un compañero ideal. Sus asientos son muy cómodos (incluso están calefactados, algo de agradecer en el rally de invierno), es fiable, amplio, tiene una visibilidad extraordinaria y las horas pasan sin que pienses “¿falta mucho?¿Hemos llegado ya?”… sin duda me enamoré de él en aquel rally y, aunque tenía temas pendientes, como cambiar el líquido de frenos (enseguida hervía porque era casi todo agua), afinar un poco la inyección… ,aquello prometía.
EMS son las siglas de Electronic Management System (sistema de gestión electrónico) y es que, el Saab 99 EMS, fue uno de los primeros automóviles en llevar un sistema de inyección totalmente electrónico, concretamente una Bosch D-jetronic de chorro secuencial. El sistema era muy avanzado y caro… tanto que en 1975 lo sustituyeron por una inyección más barata y, aunque conservó las siglas EMS, la E sobraba y cambió de significado, ahora era Especial, ya que la inyección pasó a ser completamente mecánica y de chorro constante, una K-Jetronic.
Gracias a ella las prestaciones eran respetables en la época. Ya no quedaba mucho del vetusto motor Triumph 1.7 de los primeros SAAB 99, ahora los 4 cilindros cubicaban 2 litros, la distribución era distinta y nos movemos en potencias entre 110 y 120 CV, muy fiables.
Frenos de disco en las 4 ruedas, lavafaros, defensas auto reparantes, asientos calefactados, llantas de aleación, indicador luminoso de uso de los cinturones, célula de supervivencia y zonas de absorción de impactos, barras de refuerzo en las puertas, estructura del techo absorbente de energía, suspensión por paralelogramo deformable… estamos hablando de un coche con casi 40 años, quién lo diría.
El Saab 99 EMS no destacó en competición. Lo cierto es que en realidad fue un laboratorio rodante, un ensayo para poner a punto la verdadera arma secreta que Saab tenía preparada para jubilar definitivamente a los Saab 96, que seguían plantando batalla desde hacía 15 años en el mundial de rallys. El Saab 99 Turbo dejó claro cuál era el futuro para los coches de competición.
Todos siguieron sus pasos y, la fábrica de automóviles en cadena más pequeña del mundo, no pudo seguir el ritmo frenético que ella misma había marcado en el panorama de los Rallys. Los costes se dispararon de tal manera que Ford, Audi, Fiat… dejaron en la cuneta a Saab, incapaz de conseguir un presupuesto suficiente para plantar cara a los gigantes, que, además, se repartieron a los pilotos que Saab había forjado y que acabarían siendo dominadores claros.
Pero volvamos a nuestro protagonista, un excepcional (y escaso, apenas 800 unidades) Saab 99 EMS de 1974.
En el año 2005 una carambola del destino hizo que nos pudiésemos inscribir con él en el Rally de regularidad de larga duración organizado por Hero, el Londres-Lisboa. Otra liga. No olvidaré ese día, de hecho, la cartera que nos dieron con el rutómetro es mi compañera de viaje en cada presentación a la que voy para Autocasion.com con su inscripción London-Lisboa Classic Rally 2005.
Nos incorporamos tarde a la fiesta y el inglés de la organización nos saludó con un efusivo “jelou missin antouniou, jau ar yu?” casi me descojono dentro del 99, “no, jaguar no, Saab” fue la respuesta de mi piloto…
La risa se me cortó de golpe cuando al llegar al parque cerrado me encuentro con un Alfa Romeo Touring 2900 B que en 1938 llegó segundo a Brescia en las Mille Miglia… sin palabras.
Los gentlemen no se andan con bromas en esto de la regularidad… al día siguiente el participante con el dorsal 6, creo recordar, se pasó de frenada en una curva y su Mercedes SEb 220 (caja W111) estaba con medio cuerpo fuera de la carretera. La fortuna quiso que hiciese poco que habían estado reforestando la zona y la tierra batida por las excavadoras, paró en seco su caída al abismo. Más de 10 compatriotas pasaron a su lado sin inmutarse, pero la pareja del Saab decidió parar y echarles un cabo, nunca mejor dicho. ” A roup, a roup“, cogí la cuerda, la até al parachoques del Saab y los volvimos a poner sobre lo negro.
Casi no había terminado de deshacer el as de guía del parachoques y el precioso Mercedes Coupé había desaparecido en medio de la niebla como poseído por el diablo. Ni un mísero “zanks”, que sí me dieron al día siguiente en la comida, cuando les traduje el menú al inglés en un pueblo de la Galicia más profunda imaginable.
El Saab 99 EMS no me perdonó las miradas de soslayo que no podía evitar echarle al Alfa Romeo y nos regaló varios problemas con los trigger points de la inyección, que dejaban el motor en 2 cilindros cuando empezaba lo más duro del Rally. Mal que bien lo fuimos solucionando y parecía que al fin terminaríamos pese a todo, pero…
En la penúltima jornada, en el circuito de Vila Real, en la prueba de habilidad, una frenada de ésas de ponerse de pie sobre el pedal hizo estallar dos de los latiguillos de freno… un sábado, en medio de Portugal… ¿dónde encuentro unos de recambio? En el peor momento, cansado y con ganas de irme a casa, mi excepcional piloto saca fuerzas de flaqueza y con un optimismo y ánimo ultra contagioso me convence para adaptar unos en una tienda de recambios que encontramos abierta, por cierto… encantadores, nos dieron todo lo necesario y me explicaron que al gato para subir el coche, en Portugal le llaman “macaco”.
Tras cambiar los 4 latiguillos, llega el momento crítico: purgar el circuito… en una bomba vieja te la juegas… y la cagué. En una de las pisadas hasta el fondo del pedal, los retenes dijeron basta y no pudimos terminar el rally.
Segunda lección en esto de la regularidad: por muy desanimado que estés, un buen amigo con un ánimo pletórico saca fuerzas de donde no te quedan y casi rozas lo imposible con los dedos. Aquel día no pudo ser, pero casi.
Desde aquel “London-Lisboa” el 99 ha recibido una bomba de freno nueva, latiguillos blindados, kit de encendido electrónico, trigger points nuevos, y un excepcional y escasísimo kit airflow original del catálogo de competición de Saab, así como su volante de madera Nardi, también original.
El final de esta historia de afición por una marca, amistad, compadreo, aventura y “maduración” no es muy agradable. Sin lugar a dudas, el Saab 99 EMS está en su mejor momento, han sido años de convivencia en los que siempre ha estado dispuesto para un paseo por el tiempo, pero tiene que cambiar de aires.
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BrunoGarMar