Parece que fue ayer pero ya han pasado cuatro años y medio desde que escribí el artículo sobre el Citroën CX GTi, el gran turismo más cómodo y en él, además de las características del coche, comentaba que aquella prueba había tenido un daño colateral: que desde ese momento me había enamorado del CX y que quería uno.
Bien, pues desde entonces el LHM me ha hechizado y después de hacerme con el SM han caído en mis manos ya tres unidades de CX.
Del GTi al Prestige
El primero de ellos fue un 25 GTi Turbo 2 que me ofreció un buen amigo (curiosamente nuestra amistad nació a raíz de que él se hiciese con un SM para restaurarlo y al que le presto algo de ayuda). El coche tenía trabajo por delante y, entre otras cosas, mi padre y yo estábamos empecinados en conseguirle un interior de cuero.
Esta obsesión nos llevó a hacernos con un CX 25 TRD Turbo 2 con el interior de piel pero completamente podrido del que aprovechar algunas cosas, entre ellas, su formidable interior de piel. Por una serie de catastróficas coincidencias y el despiste de dejar conectada la batería en un coche completamente desconocido y descuidado, el coche se inmoló. Dentro de la mala suerte de perder lo que más me interesaba de él, no hubo que lamentar ningún daño material a nada más que no fuese él mismo, ni tampoco a personas ni animales, así que me doy por contento pese al disgusto.
Continuando con la búsqueda de un interior de cuero se cruzó en mi camino este ejemplar de Citroën CX Prestige Turbo 2, con buena apariencia pero muchos kilómetros (de los cuáles la mayoría han sido con el gas a fondo, pues recuerdo cómo me adelantaba la comitiva presidencial a todo lo que daban por la AP-9) y, sobre todo, 19 años apartado de la circulación
Después de 20 días de trabajo por fin pude pasarle la ITV y devolverlo a la carretera de forma legal y aquí empieza una historia que os seguiré contando y completando a medida que el escaso tiempo del que dispongo me lo permita.
El CX Prestige Turbo 2 del presi
Este Citroën CX Prestige Turbo 2 fue adquirido por la Xunta de Galicia en el verano de 1987 para sustituír al anterior Prestige GTi serie 1 de Fernández Albor y prestar servicio al nuevo presidente de la Xunta, González Laxe.
Entre sus peculiaridades está el hecho de ser, según esta publicación, el primer automóvil en equipar un teléfono portátil en Galicia en 1987, equipo que aún conserva, al igual que el mando de las sirenas con megafonía.
Con la llegada al poder de Fraga Iribarne en 1990 cambió de usuario, quien lo mantuvo a su servicio hasta que hacia finales de 1991 o comienzos de 1992 lo reemplazó por un Volvo 740.
Permaneció algún tiempo como coche de reserva hasta que con el nuevo milenio pasó su última ITV y a lo largo de esos 19 años hasta antes de ayer apenas ha añadido una centena de kilómetros a sus 240.000 km como coche oficial.
No hay modificaciones de importancia en él. Lo más llamativo es el destrozo hecho en su consola central para añadir el amplificador de las sirenas con megafonía en el hueco de la radio y añadir un aparatoso mueble metálico para dejar el radio cassette más a mano de la personalidad del asiento trasero, muy incómodo y con el que no paro de darme golpes en el codo cada vez que meto una marcha par o la marcha atrás.
Mandos para las luces oficiales, una luz de lectura con flexo sobre la puerta trasera derecha y detalles como tener quemado el elevalunas de esa puerta (seguramente que de subir y bajar esa ventanilla para sacar la mano y saludar en los actos públicos) son otras de sus intimidades.
Como os digo, esto es sólo el preámbulo. Poco a poco os iré contando más detalles de este coche y de lo que ha necesitado para volver a estar en orden de marcha después de dos décadas apartado de la vía pública.
Ah, como muchos me lo habéis preguntado, los faros delanteros no son los originales pero son un accesorio original disponible en la época. Se trata de un kit de doble faro Morette. Sí, se parece al que equipaban los Citroën CXA, denominación comercial de los escasísimos CX que se vendieron al otro lado del charco, de forma un poco ilegal en los EE.UU. a través de Canadá, pues en USA estaba prohibida la suspensión hidroneumática hasta mediados de los años ochenta. La diferencia con los faros USA es que los americanos llevan parábolas Sealed Beam mientras que los Morette europeos son H4.
Como curiosidad, Morette fue una especie de Ferruccio Lamborghini. Era cliente de Citroën y cuando cambió su DS 21 por su primer CX se quejó amargamente a la marca sobre la peor iluminación del CX frente a su anterior DS.
Los de los chevrones ni se dignaron en responderle y Morette acabó por diseñar él mismo unos faros para sustituir las parábolas originales por dobles faros redondos. Finalmente acabó creando una empresa especializada en este tipo de transformaciones y vendiendo como accesorio para varios modelos, sobre todo de Ford, Citroën y Peugeot estos kits de doble faro.
kryptoman
Rubén Fidalgo
Juan
Rubén Fidalgo
Pedro M. Presedo
Rubén Fidalgo
Pedro