El Renault Fuego llegó al mercado para dar relevo a los Renault 15/17 y siguió su misma fórmula. Si sus antecesores vestían de llamativo coupé el esqueleto del R-12, el Fuego hacía lo propio con la evolución del «doce», el R-18.
Robert Opron hizo un excelente trabajo transformando la berlina en un tres puertas de líneas vanguardistas.
La unidad probada es un Turbo diésel, una mecánica que sólo se ofreció en el mercado francés y que en su día se vio como un engendro por meter en un llamativo deportivo una mecánica propia de vehículo industrial. Lo cierto es que más tarde esta combinación la veríamos como algo normal, lo que deja claro que en el rombo tuvieron bastante vista.